No creerás que esto es Barcelona | Pantano de Sau
He visitado Barcelona en varias ocasiones, pero esta fue la primera vez que visité la Provincia de Barcelona, y...
*Vale la pena que los viajeros se queden mínimo tres días en Amán –capital de Jordania– para involucrarse con la cultura, recorrer sus calles, probar deliciosa comida árabe, visitar sus mercados y ciudades grecorromanas como: Jerash y La Ciudadela.
Con el ojo pelón volé la madrugada del pasado 23 de abril de México a Madrid, la ciudad que me sirvió como trampolín para llegar a Amán, capital de la Reino Hachemita de Jordania. Traía la sonrisa más grande de la historia, sí, la más grande. Estaba súper emocionada porque unas horas me separaban de conocer el país que me transformó como viajera y ser humano.
Desde que la Junta de Turismo de Jordania me mandó un correo en el que Mariel de Viaje estaba invitada a explorar este territorio de Medio Oriente, me fui para atrás. En conjunto con otros periodistas y travel bloggers inició esta aventura que además de unirnos, nos llevó a concluir que la magia de este país está en su gente. Jordanos que con toda naturalidad, dejan huella en ti por su enorme corazón y hospitalidad.
Si leyeron el post pasado ahí les comento que si son mexicanos y vuelan vía Madrid, no necesitan visa. Con el pasaporte basta. Una vez que llegas pagas en migración $40 DJ (Dinar Jordano) por concepto de visa; equivalentes a $850 MXN. (La regulación de este trámite está en proceso de ser eliminado para los mexicanos).
Una vez que el avión de Royal Jordanian aterrizó en el Aeropuerto Internacional Queen Alia, corrí como niña por los pasillos, y me detuve a observar boquiabierta los letreros en árabe. Lo más cercano que había visto escrito en árabe eran los tatuajes de agua que me hacía de chiquita en Acapulco, jajaja ¡Neta!
Jalé el tremendo maletón que traía hasta encontrarme de frente con Omar Bonet, el sonriente hombre que durante ocho días me mostró el verdadero rostro de Jordania. En el trayecto del autobús que nos condujo hasta el hotel, nos aclaró lo seguro que es este país a pesar de su cercanía con Siria e Irak. ¿A qué se debe? Aquí no padecen de conflictos políticos, grupos divisorios, diferencias religiosas, radicalismos, etc. Por cultura, las familias son muy unidas y la paz social se respira.
Legué al exquisito Four Seasons Ammán, una cadena de hoteles que siempre me han gustado por sus… ¡camas!, son deliciosas. Por su puesto, las instalaciones, el servicio y la comida son de primer nivel. Me recibieron con unas bolitas hechas de yogurt y aceite de oliva; según Omar, este alimento lo consumían las civilizaciones de nómadas que cruzaron por Jordania debido a que las congelaban y duraban hasta cinco meses.
Después de sufrir un tremendo jet lag que me cobró con horas de insomnio, me desperté con mucho ánimo para empezar el día. La vista era lo mejor, el sol iluminaba a casas blancas y arena, todas del mismo color. A lo lejos ondeaba una bandera jordana.
45 minutos de camino fueron suficientes para que llegáramos a Jerash, una de las ciudades grecorromanas mejor conservadas del mundo. Un tip muy importante, antes de entrar a la zona hay un pequeño mercado donde venden pulseras y hattas, (pañuelo tradicional árabe) procuren comprar algunas cosas ahí porque están lindas y a buen precio.
La impresionante Gerasa o Jerash, recibe a los turistas con el chulísimo Arco de Adriano, una preciosa construcción de 18 metros que da acceso a la ciudad. Alberga una plaza en forma ovalada y templos como el de Zeus y Artemisa, construcciones de enormes e impresionantes columnas. Uno de los sitios que más me gustó fue el teatro o anfiteatro, en este lugar pude escuchar la nitidez del sonido gracias a hombres que tocan instrumentos como la gaita y los tambores.
Horas más tarde visité La Ciudadela desde donde se aprecia la mejor vista de la ciudad; en esta zona se han encontrado evidencias desde el Neolótico, lo que la convierte en uno de los lugares habitados continuamente más antiguos del mundo. Me impactó el Templo de Hércules, una construcción de columnas con finos remates de ornamentación; además de la Mezquita Omeya con su cúpula de tonos azules desgastado.
Finalmente pisé el castillo de Ajlun, una fortaleza que protegía las rutas comerciales entre Jordania y Siria. Este sitio se convirtió en un punto defensivo estratégico en la época de los cruzados. Es pequeño y se recorre en menos de 30 minutos, pero vale muchísimo la pena.
Mi primer día fue increíble. Jamás me imaginé encontrar ruinas grecorromanas tan hermosas en un país de Medio Oriente. En el segundo aprendí a cocinar platillos jordanos. Les pasaré las recetas, así que no se lo pierdan.
*Si quieres saber qué aerolíneas te llevan, temas de visa, precios, agencias y todo ese rollo; checa el post: 10 tips para viajar a Jordania