Snuba en Xel-Há
¡Conocí otro planeta! Snuba en cenote
Cuando era niña jugaba con mis hermanos a hundirnos mutuamente en la alberca mientras nadábamos. Lo divertido era agarrarnos desprevenidos para que el otro sufriera un poquito bajo el agua. Ya saben, de esas bromas manchadas muy comunes entre hermanos. Un día que me tomaron por sorpresa no agarré ni tantito aire y a los pocos segundos sentía que me estaba muriendo. Está de más decirles que estoy traumada, y hasta la fecha me cuesta mucho aguantar o coordinar mi respiración en el agua.
Hace unas semanas fui al parque ecoturístico Xel-Há ubicado en la Riviera Maya a unos kilómetros de Cancún. Este paraíso del Caribe Mexicano es una gran caleta que forma una albercota natural en la que la gente puede nadar, admirar diferentes especies marinas y hacer actividades acuáticas. Además de disfrutar sus instalaciones, el parque ofrece dinámicas extras, como es el caso de Snuba en Cenote, una actividad única en el mundo que te permite bucear en las cavernas de cenotes sin entrenamiento previo.
Cuando vi las fotos moría de ganas de hacerlo, pero sabía que ni en sueños lo lograría. Estuve parada frente al anuncio y releía: “Xel-Há es el único lugar en el mundo donde se puede realizar Snuba-buceo en cenote”. ¿De dónde agarré valor? No tengo idea, sólo sé que pensé que era buena oportunidad para superar mi trauma, y no dejar pasar una experiencia de tal magnitud. Pagué y caminé hacia la Laguna Negra ubicada dentro de este entorno natural. Ahí conocí a un buzo profesional que además de calmarme los nervios me explicó que la tecnología que usan es lo más nuevo en buceo y que los tanques de aire comprimido están conectados a tu equipo por medio de mangueras; además todo el tiempo te asiste una persona en superficie en caso de que te quieras salir.
En el ensayo que duró menos de diez minutos me fue un poco mal, pero cuando comenzó la actividad algo se activó en mí, y con ayuda de un súper “coco wash” me calmé y relajé; además de el buzo me dio mucha seguridad porque siempre estuvo al pendiente de todos mis movimientos. Poco a poco fui descendiendo para ser testigo del maravilloso mundo que habita allá abajo. Vi una cantidad impresionante de peces gigantes, y fauna marina de dimensiones y colores que jamás imaginé que existieran. Crucé frente a rocas cubiertas de vegetación y caminos de corrientes de agua que de ser frías pasaban en segundos a temperaturas cálidas. El equipo estaba muy cómodo porque es como bucear, pero más ligero y como esnorquelear, pero más profundo.
Nadamos hasta llegar a las cuevas del cenote, y aquí me fui para atrás. Este paraíso es un espacio con formaciones rocosas de las que sobresalen hoyos por los que se filtran rayos de sol que le dan claridad al agua y que por fragmentos iluminan intensamente las cavernas. Me detuve a observar la grandeza del lugar sin dar crédito de lo que estaba viendo, incluso por un instante se me olvidó la respiración; sin darme cuenta ya lo estaba haciendo de manera automática.
Después de 40 minutos terminó la dinámica, y me sentía extasiada porque tuve la gran oportunidad de conocer otro planeta –literal-. Estar en este lugar me recordó lo chiquitos que somos frente a la inmensa vida que habita en el mundo. Me sentía feliz porque en verdad no que lo fuera a lograr, y sin sonar cursi analicé que muchas veces así es la vida, por miedo dejamos pasar oportunidades que nos transforman. Les dejo todos los datos aquí abajito.